martes, 8 de abril de 2008

El libro misterioso

un cuento de Sara Pacheco



Érase una vez, una niña morena, de pelo corto, ojos marrones y sonrisa perfecta llamada Alba. Esta niña tenía un libro muy especial… nunca se lo dejara ver a nadie, lo tenía guardado entre el colchón y las tablas.
Ella sabía que no era un libro como los demás, por eso tenía vergüenza de enseñárselo a otra gente, por si quizás pensaban que era una niña rara…
Un buen día, la madre decidió cambiarle el colchón por otro nuevo descubriendo así el libro misterioso. La madre llamó rápidamente a Alba para hacerle unas cuantas preguntas sobre aquel libro. Alba, al entrar en su habitación y descubrir que la madre había encontrado su libro, ella sin decir nada, fue a junta su madre, cogió el libro de sus manos y fue corriendo hasta el baño donde allí se encerró.
La madre al ver tal espectáculo, se imaginó que pasaba algo raro y decidió ir corriendo detrás de ella para descubrir que era.
La madre golpeó en la puerta unas cuantas veces para que le abriera, pero Alba disgustada porque pensaba que habían invadido su intimidad, no hizo caso de los golpes.
Lo que no sabía Alba, era que la madre tenía copias de todas las llaves de la casa. La madre fue a su cajón prohibido de la mesilla y cogió la copia de la llave del cuarto del baño.
Al abrir y entrar descubrió que Alba estaba llorando sentada encima de la tapa del bidé. La madre totalmente confusa, sin explicación, se acercó a Alba y le dio un abrazo para consolarla. Mientras le daba el abrazo le dijo bajito al oído que tenía algo que explicarle que no entendía nada…
La niña, se separó del abrazo de la madre y mirándola a los ojos, empezó a contarle como había encontrado ese libro.
Le dijo que un día, buscando frutitas en el bosque se encontró un libro que brillaba muchísimo y como era un poquito cotilla se acercó para observar de que era. Lo cogió del suelo y se dispuso a leerlo para ver de qué trataba. Cuando iba a pasar la portada se le calló al suelo como si en eses momentos estuviera agarrando una tabla de mucho peso, y antes de volverse a agachar para volver a cogerlo, vio el cielo claro que en ese momento había y observó que una piedra, como si fuera un meteorito venía hacia ella.
Ella empezó a correr dejando atrás el libro y los frutitos que había conseguido para ponerse a salvo. Corrió hasta su casa donde allí se acostó e intentó dormir. Daba vueltas y vueltas en la cama. No era capaz de percibir el sueño, entonces, decidió levantarse e ir hasta donde estaban los frutitos y el libro misterioso.
Al llegar allí, observó que había una piedra donde antes estaba el libro y Alba decidió apartarla por si estaba debajo.
Efectivamente el libro estaba debajo de la piedra y sin pensarlo, cogió el libro, los frutitos que estaban al lado y volvió a su casa.
Desde ese momento Alba pensaba que no era un libro normal, sino que era un libro mágico por haberle caído un meteorito encima y no haberle hecho ni un solo rasguño.
La madre al escuchar tal historia, le preguntó si al final había abierto el libro o enseñado a alguien.
Alba le respondió que no, que aún no lo había abierto ni enseñado a alguien por miedo a que se rieran de ella.
Entonces la madre cogió el libro de sus manos y le dijo a Alba que era el momento de descubrir lo que había dentro.
Alba, limpiándose las lagrimas de los ojos, aceptó la propuesta de la madre y decidieron abrir el libro las dos juntas.
Al abrirlo descubrieron que era un libro normal de recetas de cocina.
Alba ya no sabia si reír o llorar al descubrir que el libro al que tenia tanto miedo de abrir y de enseñarlo era simplemente un libro de viejas recetas de cocina.

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